El escritorio tiene polvo blanco y pastillas desfragmentadas por doquier, estoy completamente anestesiado. Un cuarto que se vuelve cada vez más pequeño, fantasmas que toman mi piel y la cortan una, otra y otra vez. Un grito silencioso sofocado en la inmensidad de la noche y por la risa sarcástica de mis agresores.
No logro distinguir bien las imágenes a mi alrededor, creo ver una niña frente a mi pero la imagen se disipa al mismo instante en el cual siento como unas dagas desgarran mi piel. Brutalmente golpeado, tan lejos de la realidad, de la inocencia y misericordia... No tengo escapatoria, pero la pregunta es ¿Realmente quiero escapar?
Mis labios se humedecen con sangre y logro probar el dulce sabor de esta, la saboreo lentamente y cierro los ojos pues se que pronto acabara la tortura. Las dagas empiezan de nuevo su trabajo y penetran mi ser, logro oír risas en la habitación y me doy cuenta que estos actos causan un placer indescriptible en mis agresores. Unas cuantas puñaladas más y listo, acabó.
"A veces te llevan al mejor lugar del mundo, otras a una sala de tortura, ¿A dónde me llevaran la próxima vez? no estoy seguro, lo único que se es que no quiero dejarlas nunca!"
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