jueves, 22 de julio de 2010

Mis heridas no tienen brillo, no duelen ni queman.

Por cada letra una gota de sangre, por cada lágrima una ilusión rota. Fueron una, cinco, quince las veces que vi a mi demonio frente a mí. Mucha de las veces fui guiado por senderos inimaginables de mi alma, tan oscuros, impropios y banales.
Fantasmas recorren el camino, buscando una gota de alegría en retazos de su memoria impregnadas por el repudio general a su supuesta vida. NO EXISTE, NO SIENTE. Solo recuerda y recrea en su mente la historia que jamás debió acabar. Sigue perdido en ese día que marco su vida por completo, reviviendo cada instante cada segundo que quedara grabado en su memoria para siempre.
Unas cuantas pastillas de Valium y Zatrix con unos vasos de vodka logran calmar su miedo, miedo a estar vivo sin ella. Miedo al día siguiente, miedo a no ser el.
Completamente drogado toma unas cuchillas y corta sus muñecas, prefiero morir desangrado que vivir sin sentir.
"No tiene brillo, no duele ni quema. Circunstanciales son los momentos en los que me siento "vivo". Prisionero en mi propio cuerpo, encerrado por demonios que amo y odio a la vez. Esperando el día que termine de estallar."

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